

Ya era hora de jubilar a mi viejo, pero fiel Sharp HTDD–5000 Dolby Digital 5.1 —que se acerca ya a los 10 años de vida— para descansar y ceder su puesto como cerebro de mi centro de entretenimiento. El HTDD–5000 me acompañó desde mi Dreamcast, pasando por numerosos reproductores DVD, Xbox, GameCube, X360, Wii y el Sony BDP–300. Compartió tiempo con la Sony WEGA del exilio, la JVC de mi habitación, la Tantus de Red, mi primera (y hasta la fecha última) Bravia y por supuesto con mi Philips Ambilight. Lo jubilé el fin de semana, pero sólo a el y el subwoofer, ya que sus altavoces —que son pequeñas joyitas en madera superacústica de 100 watts— son ahora parte de mi nueva configuración 7.1 (incorporé un par de satélites Philips en standby de Red). Una de las razones principales para el upgrade son las nuevas codificaciones de audio en los discos Blu–ray. Pero además del sonido puro y cristalino, el nuevo bebé de la familia tiene la capacidad de escalar cualquier fuente de video análoga a 720p. Ya la probé con Sky y la diferencia si es notable, aunque por el grado de compresión que manejan estos bastardos, la señal no es tan buena como digamos, un canal HD captado por antena aérea. De cualquier modo se ve mejor y próximamente probaré el Wii para ver qué tanta es la mejora. Ahora sólo necesito un subwoofer preamplificado para completar el escenario sonoro y un espejo para contemplar en cualquier momento la majestuosidad de la parte trasera del AVR–247.
¡Guau! Qué declaraciones... Sólo un comentario, si se pone pesado e interfiere entre nosotros no le puedo tirar los dientes (como a la princesa Cachemira que aún no consigue una buena dentadura postiza), pero bien puedo jalar los cables, así que ándate con cuidado aparato escalador... Yo no juego
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