13 de marzo de 2009

Idea Suelta: Jugar por el achievement

Adquirí mi Xbox 360 en diciembre del 2006. En realidad, quería regalarme un Wii, pero como nunca pude conseguir uno a un precio decente en esa época, ni modo, me dejé llevar por el impulso y lo compré con un par de títulos para iniciarme. No es que tuviera nada en contra de Microsoft. Todo lo contrario; el primer Xbox todavía lo tengo y en ocasiones juego con él. Jugué mucho, muchísimo esa consola (a veces pienso que mucho más de lo que en realidad hubiera querido) y por cuestiones de los trabajos y el tiempo, me retiré de las consolas caseras para darle atención a las portátiles, que se apegaban más a mi ritmo de vida de aquel entonces.

El caso es que cuando comencé a jugar, tuve mi primer contacto con la ‘novedad’ de los logros o achievements. Para los que les importa un pito esta onda de los videojuegos, les explico: se trata de un sistema de calificación por medio de metas que le brinda al jugador puntos determinados por completar acciones específicas dentro de un título. Ejemplo: termina el primer nivel del juego, recibes 20 GamerPoints. Muy sencillo. Estos puntos se acumulan en tu identidad virtual (concepto de TV Azteca, gracias) y sirven —en teoría— para crear una reputación al usuario y que la gente con la que convive tenga una idea de sus logros, válgala....

Al parecer, la idea era agregarle más valor al juego para que volvieras a tocarlo después de terminarlo. Mi primer achievement lo obtuve en un juego que venía gratis, Hexic HD. Creo que fueron 10 puntitos. A los dos días, ya había jugado Gears of War y ya contaba con 200 y cacho de puntos. Y así, conforme jugué varios títulos, mi marcador de jugador se elevo. Es importante destacar que muchas de las personas con las que jugaba en aquel entonces superaban por mucho mi puntuación, pues ya llevaban tiempo acumulando logros. El caso es que como a los dos meses tenía yo alrededor de 1,500 puntos.

Un día, en una de esas ‘conversaciones que me hubiera encantado grabar’, un sujeto al que acababa de conocer (y que se decía conocedor y videojugador acérrimo) comentó que comulgaba mucho con el sistema de los achievements, pues era, y cito: ‘un claro indicador de las capacidades de un jugador’. Apliqué mi mirada lateral de ‘sí, claro’, pero por desgracia, no había nadie para hacerme la segunda. Los pocos miembros que estaban en esa conversación, dieron por correcta la declaración. Los que me conocen saben que tengo problemas para quedarme callado cuando algo no me parece, así que le dije que después de tener la consola por un par de meses, noté que la idea original tras el sistema se había desvirtuado hacia un y me cito: ‘afán incontrolable por jugar sin sentido sólo para obtener puntos’. El acérrimo jugador me preguntó “¿cuántos puntos tienes tú?”. “Como 1,500”, respondí. “JA JA JA, si gustas hablamos cuando tengas más de 10,000, como yo”, sentenció.

Según la lógica de este cabrón, era aproximadamente 10 veces mejor jugador que yo, sólo por tener más puntos. Con la cosquillita McFly, le dije que cualquier persona, sin importar sus ‘capacidades’ podía igualar e incluso superar su increíble marca en cuestión de semanas. “Tendría que ser un sujeto dedicado, hábil y con mucha paciencia”, aclaró. “Me la pelas, pendejete”, pensé.

Entonces, inicié mi cruzada, analizando cada uno de los títulos en los cuales “El Mago de los Juegos” —nombre con el que bauticé a este H. individuo— había obtenido sus puntos. Los conocedores sabrán lo que sigue: títulos de deportes, juegos para niños y uno que otro título de acción y aventura eran los estandartes de su idílica reputación. Bastaron 2 horas de leer un par de guías en internet, artículos y páginas de expertos para conocer el 'secreto' de tales achievements. Guías onda “cómo obtener 5,000 puntos en un fin de semana” o “trucos para sacar los 1,000 puntos de X juego” eran la constante dentro de una comunidad en internet dedicada a 'jugar para inflar' la reputación.

Con esos conocimientos gratuitos, exprimí los títulos que tenía hasta donde pude, compré algunos más, pedí prestados otros tantos y me sometí a un proceso de engorda (de mi GamerCard y mi persona, por comer tanta chatarra en la espera de los puntos fáciles). Para no hacer el cuento largo, en menos de 3 meses, la reputación del sujeto aumentó sólo 2,000 puntos aproximadamente, mientras que la de un servidor ya rondaba los 15,000 puntos.

Poco antes de superarlo, el susodicho me envió un mensaje. “Te he notado ocupadón, campeón”, escribió en tono burlón. “Pues ya ves, aquí, mejorando mis ‘capacidades’”, repliqué. “Cada vez ponen los achievements más fáciles en los juegos, ¿no?”, opinó el maestro. “¿Y tu bellota, ardillita?”, pensé.

Me la interpelo él, su puntuación y, sobre todo, su teoría. Cualquiera con un poco de tiempo y esfuerzo (y algo de dinero), puede hacerse de una ‘reputación’ que muy, pero muy poco tiene que ver con las habilidades. La prueba viviente de este paradigma destrozado es, por supuesto, un servidor.

Un amigo (que trabaja en algo relacionado con los videojuegos y cuya opinión es de fiar) me comentaba que en efecto, hay achievements que en verdad son indicadores de dedicación y esfuerzo. Mata a +50,000 zombies, juega +150 horas, completa el juego en modo ultrasupermegarchirecontradifícil sin armas son, verdaderamente, logros que respeto. Pero cuando uno de esos logros (que por lo regular no superan los 100 puntos) se ve opacado por otros que valen 1,000 puntos y obtienes en menos de una hora, es claro que el sistema tiene fallas.

Ayer, jugando un título Arcade que no sabía que tenía en mi consola, superé la barrera de los 30,000 puntos. Hace tiempo ya que borré de mi lista de ‘amigos’ al Mago de los Juegos, así que no pude revisar cuál era la ventaja que le llevaba. Seguro es bastante —cuando superé los 20,000, el todavía no rebasaba los 15,000—.

Este sistema de puntuación, cambió por completo la manera en la cual mucha gente juega (me incluyo). El modelo que tanto ataqué al principio es ahora una de mis principales fuentes de entretenimiento. Recuerdo que en todas las consolas anteriores, siempre regresaba para jugar X título y terminarlo de nuevo sólo para disfrutar la experiencia una vez más. Hubo varios RPG de +50 horas que jugué hasta tres veces o títulos de disparos en los que me entretenía sólo disparando sin sentido. Confieso que han existido ocasiones en las que ya no juego un título por pensar algo como “a ese ya le saqué todos los puntos que pude”, a pesar de que el título es muy divertido. O de plano ignorar otras consolas por la idea de que mientras juegas, tu puntuación no crece (pregúntenle a mi Wii y al Super Smash Bros. Melee que sólo jugué una vez).

Mantengo mi postura sobre las ‘capacidades’. Tengo amigos con muy, pero muy pocos puntos y me dan la vuelta completa en Call of Duty 4. De igual forma hay gente que tiene casi los 1,000 puntos de Gears of War 2 y su trasero cae víctima de mi sed de sangre implacable. En resumen: además de formar parte de un marcador que sólo sirve para impresionar a los impresionables (como la gente que estaba en la reunión que comenté al principio), los logros no son un indicador real de la destreza de un jugador. Pero diablos, ¡qué adictivo es el sonido que emite la consola cuando ganas uno! Y tú, ¿juegas por la diversión o juegas por el achievement?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahhhh, los achievements.Pues tienes muchísima razón, este ha sido un debate que se ha dado ínfinita cantidad de veces en todo el mundo, y siempre está el clásico que tiene MUCHÍSIMO DINERO Y MUCHÍSIMO TIEMPO de sobra, con un puntaje bombacho, y el clásico que tiene un porcentaje medio decente, y que de verdad cree que eso lo hace MEJOR jugador.
Quieres saber qué tan bueno es un jugador en x juego?, juega con él o verifica si tiene los achievements perros,hasta ahí, NADA que ver con el tamaño de la cifra.
¿Y qué si sólo te gustan los shooters y nunca juegas nada más?, puedes ser extremadamente bueno y tu puntaje permanecerá muy bajo.

Además es cuestión de gustos, hay a quien no le importa jugar 3 veces un juego aburrido o malo, con tal de obtener todos los logros. Hay quien sólo se clava en los juegos que le gustan. Habrá quien sea feliz comprando King Kong para sacar unos logros fáciles.

Pero de que son adictivos, son adictivos,je,je.