13 de mayo de 2009

Otra de bicicletas

Desde antes de tener mi bicicleta y mucho antes de los Ciclotones, la ciclopista (un circuito bicicletero a lo largo de puntos importantes de la ciudad) llamaba mi atención. La idea de una ruta de paseo en la que puedes (en teoría) pedalear con tranquilidad y disfrutar del panorama citadino me parecía muy atractiva. El sábado pasado, Red y un servidor (¿esperaban a alguien más?) nos decidimos a recorrer un tramo de este circuito. Preparamos emparedados, compramos bebidas refrescantes, anexamos algunas frituras y comenzamos a darle átomos. Curioso, pero dicho circuito pasa muy cerca de la casa de Ustedes, así que no tuvimos que trasladarnos a ningún punto mágico para marcar el inicio. Los habitantes de Ciudad de México habrán visto los puentes que forman parte del recorrido. Tales estructuras tubulares cuentan con rampas en ambos extremos para incorporarlas a la pista. Estas rampas, admito, eran una de las cosas que más acrecentaron mi interés por transitar el camino. Pensé que un tobogán en contrasentido sobre el Periférico (una de las vías más transitadas de la ciudad) a toda velocidad tendría que ser una experiencia agradable. Em... no.


—Cloralex, patrocinador oficial del primer puente del recorrido. El punto verde en la lejanía es Red. Adelante, la primera rampa—

Inocente yo. En algún momento pensé que la inclinación de tales accesos estaría pensada para la comodidad de los ciclistas. Pongámoslo así: fueron construidas para ahorrar dinero y partirle la madre a los paseantes. La inclinación de la mayoría de ellas es tan inapropiada, que garantiza mínimo dos cosas: 1) que te acabes los frenos de tu vehículo o 2) que reconsideres el tu valentía y bajes como simple mortal. En la mayoría, optamos por lo segundo. Por si fuera poco, muchas de estas ‘rampas de la muerte’ terminan con una curva (‘esquina’ sería lo más adecuado) tan, pero tan cerrada, que hay marcas de impacto en el metal de las protecciones aledañas y cadáveres de intrépidos ciclistas en el acotamiento. Ni con las 18 velocidades de nuestras bicicletas fuimos capaces de subir por ellas. Esto no impidió que disfrutáramos el paisaje. Aquí un breve video de cómo se ve un punto característico de la ciudad desde la ciclopista.

—El segundo puente del recorrido. La compañía Baco, creadora de los juegos de geometría que el 99.9% de los infantes de este país utilizan durante la educación primaria, se ve al fondo—

Así, seguimos hasta Bosque de Chapultepec. Justo en donde está el parque de diversiones La Feria, se ubica otro de estos puentes. La inclinación de éste no nos detuvo y sin broncas llegamos hasta la parte superior (así deberían ser todos). De igual manera, el descenso por la rampa de salida fue bastante agradable y nos dio el impulso suficiente para llegar hasta la primera parada formal del recorrido. Optamos por recorrer la ruta ciclista de la Segunda Sección de Chapultepec y rodear los lagos que en ella se encuentran. Tras recorrer parte del primero, nos detuvimos para refinarnos el refrigerio. Después seguimos por una parte pesada (paralela a Constituyentes) un poco inclinada y prolongada que comenzó a agotarnos (por lo menos a mi). La recompensa vino en forma de un descenso agradable con el que terminamos de rodear los lagos y el museo de Ciencia Natural. Después del segundo refrigerio, decidimos regresar a casa y dejar el recorrido hacia la Primera Sección para otra ocasión.

—¿Primera Sección? No, gracias...—

El puente de La Feria no fue un problema de regreso tampoco, pero algo que no notamos durante la ida fue la sutil, pero madreadora inclinación de Periférico al regreso. A la altura de Observatorio (la avenida bajo la compañía que se ve en el primer video), el cansancio (sigue comiéndo los tacos con doble tortilla, compadre) fue inevitable. Red, como si nada. Con penas, terminé el recorrido e imploré por unas horas de sueño. De acuerdo con Google Maps, nuestro recorrido fue de aproximadamente 16 km. En el Ciclotón recorremos más, pero la mayor parte de éste último es horizontal en terreno benevolente. Con todo y todo, queda pendiente la visita a la Segunda Sección. Tiempo es lo que sobra...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No, no, no, amigos, no pueden empacarse un refrigerio si van a ir de vuelta y ¡de subida!. Esto interrumpe tu digestión y te puede ocasionar ploblemillas, además de que tu desempeño no será el mismo. ¡Es mejor comer después de terminar todo el recorrido! Te lo digo yo, que después de pasear, como lo hacía en reforma y de darle unas nueces a las ardillas, entonces sí nos íbamos a comer y a descansar.
AM

AENDREL dijo...

Tiene lógica el consejo. Lo tomaremos en cuenta para el siguiente paseo. Gracias.

Andres dijo...

Hace tiempo lei este post y no podia creer que nunca te hayas subido a una bicicleta. Por cierto, hace dos semanas -luego de este post- acabo de tener un accidente en bicicleta que me costo la fractura de un dedo y muchos dolores en mis muñecas. La responsabilidad ha sido compartida entre mi escasa atencion al camino y un poso que habia sido dejado negligentemente por obreros de la ciudad de Buenos Aires en las bicisendas Porteñas. Y pensar que yo ando desde los 5 años...

AENDREL dijo...

Tocayo: Ya me había subido a una (aprendí a andar en ellas como a los 12 años), sólo que nunca había tenido una propia. Qué mal leer lo de su accidente, pero que bueno que ya está Usted mejor. Bicisendas... vaya, aquí los pocos caminos que hay para biciletas no los respetan ni los peatones.