9 de mayo de 2008

Idea Suelta: To say ‘it sickens me being sick’ would be an understatement

El nombre alternativo de este post era “Por ponerte de pinche creativo”, pero creo que algo más relacionado con mi condición actual le daba más pelage al asunto. El caso es que desde el miércoles comencé a mostrar inicios de gripe, cortesía de un pana en la oficina. Ayer todavía, andaba con un poco de tos y algo mocoso. Pero todo empeoró ayer con el clima demente que azotó la zona de Santa Fé...

Para empezar, desde las 10:00 am el calor comenzó a aumentar, a tal grado que todo el mundo se daba cuenta que no era un calor normal. Yo, como sujeto previsor, llevé ropa ligera para evitar la resolana. Pero el inclemente calor continuó, e incluso me tentó a comprarme una Solero Paradise para mitigar la temperatura. Por fortuna, sólo traía dinero suficiente para pagar los pasajes de regreso y había olvidado la tarjeta de débito. Así que, en cierta forma, el ser pobre a casi finales de la quincena, me salvó momentáneamente de no empeorar mi salud.

Cinco minutos antes de mi hora de salida, un macrocabrotrueno fue la señal del fin que me movilizó para salir a toda velocidad antes de que el diluvio llegara. Con todo y que hice una salida elegante y veloz, al llegar a la salida, la lluvia ya era densa.

Me parece prudente hacer un timeline de lo sucedido.

6:35 Llego a la entrada principal de la empresa,

6:36 Me cubro bajo el parabús cercano, Había, además de un servidor, 4 personas más.

6:38 Pasa el primer colectivo con espacio, una de las personas se sube como puede. La lluvia aumenta.

6:39 Una de las personas que esperaba claramente un camión, opta por pagar un taxi. ‘Pobre iluso', pienso.

6:40 La coladera cercana decide no permitir más la entrada de agua y el flujo cercano a la banqueta aumenta.

6:42 Uno de los refugiados del parabús se trepa sobre otro colectivo que hace la parada. Hay lugar, pero yo bien digno, no pienso mojarme al ir colgado de la puerta.

6:43 La lluvia ya es un diluvio con viento, truenos y todos los efectos especiales.

6:44 Todo mi flanco derecho estaba mojado. Aquí, mientras me quitaba el reloj para que no se mojara, pensé en volver y esperar las 7:15 para abordar el camión de la empresa que me llevaría hasta el metro Auditorio. ‘No’, me dije a mi mismo. ‘Demostrar debilidad en tiempos de crisis fractura el carácter’.

(ya no tenía el reloj para ver la hora, pero tomaré licencia dramática para las cuestiones de tiempo)

6:45 Comienza a granizar. Hielos del tamaño de cacahuetes.

6:46 Los cacahuetes se convierten en nueces de la India. Algunos golpean mi cuello, con todo y que sigo refugiado en el parabús.

6:47 El otro refugiado me ve y comenta ‘ya arreció, ¿no?’. Brillante deducción, pendejo. ‘Sí, ¿verdad?’, le respondo con sonrisita de ‘no mames’.

6:48 Ya había un prominente charco frente al parabús. Ergo, cada vehículo que pasaba, creaba olas artificiales mugrosas, onda ‘El Rollo’.

6:49 Nueces de la India, dátiles, cocos y demás proyectiles orientales.

6:50 Ningún colectivo se paraba, pero provocaban unas pinches olas pointbreakescas cabronas.

6:51 Coloqué mi mochila sobre mi cabeza y mi orgullo y regresé a la empresa para tomar el camión.

6:53 Me puse el reloj de vuelta, guardé el celular, iPod y la cartera en el lugar menos húmedo de mi mochila. Y me formé en la fila para el camión

Para ese momento, estaba totalmente empapado, adolorido de los madrazos de hielo en las manos y brazos y con mi moral destrozada. Afortunadamente, llegué a tiempo: sólo tres personas después de mi alcanzaron lugar en el codiciado camión. Cuando este llegó a su destino, seguía la lluvia. Yo estaba tan mojado que ya no me preocupaba mucho.

Después de un viaje tibio en metro y otro en colectivo, estaba yo en la casa de ustedes, quitándome con dificultad la ropa para ponerme cómodo y calientito, dispuesto a enfrentar la inevitable llegada de la gripa. Ni dos sopitas Maruchan, ni la satisfacción de ver que mi celular sobrevivió las olas salvajes pudieron contra los dolores de cabeza, cuerpo cortado y mocos que llegaron después.

Aquí estoy ahora, al día siguiente, en casa, con toneladas de trabajo pendiente en la oficina. Ni hablar, tendré que trabajar el fin para ponerme al corriente.

-Mis cómodas pantuflas de Kenny: nada mejor para unos pies calientes-

-Mi enfermero. Es claro su visible interés por mi estado de salud-

Ya tomé las medicinas de rigor y trato de adelantar trabajo. Me di un tiempico para comer algo y escribir esto. Tengo hambre, sed y sueño... ¡ah!, y gripa, por supuesto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es lo odioso de estos días y en particular lo que me enferma: los mentados cambios de temperatura. El jueves desde las 10 am hacía un calor de la fregada y en la tarde cayó un aguacero de miedo, por suerte terminó antes de que saliera de trabajar por lo que me salvé de una posible gripa.
Espero que te mejores rápido. Y como dicen por ahí "a tomar muchos líquidos" (ni modo que tomes sólidos, pero bueno así se dice, je,je).

Anónimo dijo...

¡Ánimo! El enfermero se ve realmente preocupado y acongojado.
Saludos.